los demás se habían ido al pueblo de Sajama.
Yo perdí el sendero y me desvié del camino, no encontraba el campamento y ya era oscuro.
A lo lejos vi una luz tenue que se movía, era Bernat que había salido a mi encuentro muy preocupado con los ojos llorosos pues pensó que me había pasado algo.
Sin darme cuenta había caminado casi 19 horas, estaba exhausto, sin haber comido nada consistente, deshidratado. Las últimas fuerzas que me quedaron fueron para tomar un poco de agua y una pastilla para la fiebre para aliviar la deshidratación y la insolación, luego de lo cual me quedé completamente dormido. Bernat hizo lo mismo, se quedó dormido con el frontal prendido que alumbraba cada vez menos, para infortunio de los cuatro chicos que bajaron luego pues no encontraron el campamento y tuvieron que dormir a la intemperie.
Ya a las 6am del lunes 30 me levanté porque oí gritos y los vi bajar, nos juntamos y tomamos té, sopas y comimos algo.
Nos sentimos bastante mal por esto al día siguiente, pues ellos estuvieron a solo 400 metros de nuestra carpa. Cuando ya todos estábamos alimentados nos alistamos para retornar al pueblo de Sajama, aquí nos encontramos con el resto del grupo que en alegría nos recibieron por saber que hicimos cumbre, acto seguido como celebrar y descansar aprovechamos de ir a los baños termales del lugar, y finalmente regresamos a la Paz.
Texto y fotos: Alonso Castro.
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